RESIDENCIAS DE MAYORES
No me tengas lástima:
escúchame, cuídame, quiéreme
Somos lo que fueron y los abandonamos, porque nos pesan sus enfermedades, nos cansan sus años, nos avergüenza su soledad.
Yo invito a que nos detengamos un rato y reflexionemos .... sin ideología ... sin creencias ... sin prejuicios ... solo parémonos a escuchar que necesitan aquellos que fueron niños, hijos, padres, madres, abuelos y en este momento ....
Las Residencias se construyen en lugares donde olvidar, en muchas ocasiones a las afueras de los pueblos y las ciudades, las visitamos de vez en cuando y si algo no funciona entonces son objeto de inquisición y culpa.
Señalamos con el dedo sin darnos cuenta que estas instituciones las creamos nosotros.
No dejemos que el sistema nos enfrente, nuestro trabajo es el mismo, nuestra finalidad también.
En la Residencia de mayores convivimos con mentes extraviadas, perdidas, confundidas; todo ello muy difícil de sobrellevar en un hogar y mas sencillo cuando la rutina se institucionaliza.
Pautas, normas, horarios les facilitan la vida a personas que a veces no saben o no recuerdan quienes son. Es muy difícil convivir con identidades perdidas. Porque ya no son lo que fueron y a veces nadie saben quien son.
En la Institución tienes que confiar en los profesionales, son los que dan la mano a tu familiar desconocido, los que ayudan a mover su cuerpo y le indican el rumbo, los que resuelven situaciones difíciles ..
Cobramos por ello, el sistema socio-económico es así, cobramos por una contraprestación pero nadie puede poner precio al pedazo de alma que dejo cada día en mi trabajo.
Insto a los familiares a escucharnos, porque somos un vehículo que les acerca a su ser querido.
Podríamos luchar por unas residencias hospitalizadas donde se pueda tratar médicamente a los residentes que sufran todo tipo de patologías y dar prioridad a los cuidados médicos, donde el auxiliar se sienta apoyado y forma parte del equipo multidisciplinar.
Los Sociosanitarios no somos solo los pies y las manos, también trabajamos con las conductas disruptivas, con la depresión, el hastío y con la enfermedad.
Por unas residencias donde el compañerismo y la camaradería sean la tónica y no la anécdota.
Donde el familiar pueda tener contacto con los profesionales (sin el temor a la malinterpretación).
O también podríamos unir nuestra lucha por un cambio general del sistema, donde tu familiar pueda vivir los últimos años de su vida ofreciéndole cuidados integrales en su propio hogar, facilitando medios y recursos de modo personal, individualizado y generoso.
Hablemos de eso y cuidemos nuestra sociedad envejecida y enferma.
¿Que es la sociedad sino un conjunto de individuos que se comunican y cooperan?
Deberíamos ser capaces de unirnos para cuidar de nosotros.
Soy familiar y soy sociosanitaria.